La perpetuidad del conflicto en Colombia
JUAN FERNANDO MOLINEROS
Este ensayo está basado en el artículo ganador de un premio nobel Colombia: ¿Otros cien
años de soledad? De James A. Robinson.
Colombia ha experimentado una evolución histórica, la cual es marcada por la violencia, la
desigualdad y la inestabilidad en sus diferentes aspectos, todas ellas generadas en su gran
mayoría por un sistema en el que se gobierna delegando a otros las responsabilidades, y no
de manera directa lo cual promueve el desorden en áreas rurales. En su artículo “Colombia:
¿Otros cien años de Soledad? de James A. Robinson argumenta que a pesar de los avances
que existen en seguridad y crecimiento económico, las estructuras de poder colombianas
siguen apoyando un modelo, en el cual las distintas elites tanto urbanas como locales
siguen controlando las zonas rurales, lo que ha moldeado la realidad del país, en lo que es
hoy en día.
A principios de la década del 2000, Colombia estaba metida en un conflicto armado que
había desencadenado una crisis profunda la cual estaba teniendo altas de homicidio,
secuestros y los grupos armados tenían un amplio control territorial. Por lo tanto la elección
de Álvaro Uribe Vélez como presidente en 2002 fue un punto importante ya que marco un
cambio en las políticas de seguridad democrática, empezando con el aumento del
presupuesto para defensa, y la profesionalización del ejército, por ello es que la
administración del expresidente Uribe debilito a las FARC. Sin embargo Robinson señala
que este éxito militar no resolvió las causas estructurales del conflicto, ya que las elites
urbanas seguían teniendo el control en las zonas rurales que a su vez le delegaban el poder
a líderes locales que actuaban con base en su propio interés, provocando que no existiera un
verdadero cambio en la estructura del gobierno, llegando a una paz que se vuelve inestable,
y que todo esto esta sostenido por las elites, que prefieren mantener las cosas como están en
lugar de promover un desarrollo.
El control indirecto promueve este ciclo sin fin dando como uno de sus frutos los beneficios
económicos para las elites locales Según Robinson, en el entorno de casos que se maneja,
los políticos se les hace más sencillo manipular los votos, y llegar al poder de una manera
más sencilla debido a que no tiene que hacer grandes inversiones o concesiones en las
políticas públicas. La falta de seguridades en las zonas rurales hace que se disminuyan el
costo de los votos, ya que se pueden ganar dichos votos mediante favores políticos, en lugar
de construir estrategias y plantear soluciones reales. Robinson compara otro sistema como
lo es “divide y vencerás” observado en áfrica contribuye a la sostenibilidad de este sistema
ya que mantiene una estructura económica y política en las que las elites se benefician sin
que el estado deba asumir la responsabilidad de la seguridad o del desarrollo en dichas
áreas.
Robinson insiste en que la democracia en Colombia no ha sido usada para la misión a la
cual ha sido seleccionada, que es como un medio para otorgar derechos o empoderar a la
población, sino que ha sido empleada como un mecanismo para perpetuar el poder entre las
elites. La intensidad y persistencia que han tenido los partidos políticos tradicionales a
través del tiempo desde el siglo XIX, muestra como las distintas instituciones políticas han
sido adaptadas, para poder ser utilizadas como un instrumento para poder evitar conflictos
internos entre las elites, y así pudiendo conservar el poder. Eliminado enemigos políticos de
manera violenta, y limitando su competencia en la política, es de la manera en la que las
elites urbanas actúan para poder evitar el surgimiento de políticas alternativas, que pudieran
representar un peligro para la continuación de su dominio.
En el análisis que nos planeta Robinson, se nos habla de cómo las iniciativas de reformas
como lo serian la ley de víctimas, han llegado a fracasar en su gran mayoría debido a que
existe una resistencia por parte las elites rurales. Las distintas leyes sobre la restitución de
tierras no logran cumplir su objetivo a cabalidad, y aunque son un intento de poder corregir
décadas de desmovilizaciones y saqueos, se han llegado a encontrar una resistencia casi
constante en algunas regiones, y en otras estas de estas regiones no han podido llegar. Esta
resistencia se da ya que es preferible mantener el desorden como una forma de poder llegar
a conservar su poder y control sobre la economía y las políticas locales.
En conclusión, el análisis que nos propone Robinson nos sugiere que los problemas que
existen en Colombia no solo pertenecen a simples circunstancias que se dan, sino más bien
que pertenece a una estructura de poder que está profundamente arraigada, la cual ha
perpetuado y modelado al país a partir de la violencia y la desigualdad. Para poder llegar a
romper dicho ciclo, se necesitaría que las elites reconocieran la importancia de un gobierno
el cual se nos incluya a todos, y que sea responsable de todo el territorio. De no ser así
Colombia estará atrapada en un ciclo de violencia y pobreza, en el que se excluye a una
gran parte de la población de los beneficios del crecimiento y desarrollo nacional.
Lista de Referencias
Robinson, J. A. (s.f.). Colombia: ¿Otros cien años de soledad? (L. J. Bautista,
El ensayo ofrece una mirada esclarecedora y críticamente honesta sobre la compleja realidad sociopolítica de Colombia. A través del análisis del prestigioso economista James A. Robinson, se expone cómo las estructuras de poder y las élites urbanas y rurales han perpetuado un sistema que favorece sus propios intereses, en detrimento del desarrollo y la inclusión de la mayoría de la población.
ResponderBorrarEl texto destaca cómo la violencia, la desigualdad y la inestabilidad que han marcado la historia de Colombia no son meras circunstancias, sino el resultado de un entramado de relaciones de poder que han sido deliberadamente mantenidas por aquellos que ostentan el control. La delegación del poder a líderes locales, el uso de la democracia como un mecanismo de perpetuación del dominio de las élites y la resistencia a las iniciativas de reforma, son algunos de los elementos que sustentan este diagnóstico crudo pero necesario.
Ante este panorama, el ensayo sugiere que la superación de este ciclo vicioso requiere un profundo replanteamiento del rol del Estado y un compromiso genuino de las élites con la construcción de una gobernanza más inclusiva y responsable con todo el territorio. De lo contrario, Colombia corre el riesgo de quedar atrapada en una historia de soledad y exclusión que pareciera no tener fin.
El texto destaca cómo las estructuras de poder en Colombia, controladas por élites urbanas y locales, perpetúan la violencia y la desigualdad. Aunque se han logrado avances en seguridad, las reformas no abordan las causas profundas del conflicto. Según Robinson, para romper este ciclo, es esencial que las élites reconozcan la necesidad de un gobierno inclusivo y responsable. Sin ese cambio, Colombia continuará atrapada en un ciclo de exclusión y violencia.
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