Algunas, muy breves, reflexiones, sobre las realidades sociales, la economía y el destino

 Por: Andres Camilo Cortes Cruz

“Si un alma sumida, en las sombras, comete un pecado, el culpable, no es el que peca, sino, el que no disipa las tinieblas” (Víctor Hugo)


¿Quién, no ha oído, que todos, somos iguales?, una afirmación, que es a la vez la

más gigantesca de las verdades y al mismo tiempo, una terrible, mentira, habrá sin

lugar a dudas, quienes quieran, debatir, acerca de que la susodicha afirmación es,

verdadera y habrá, quienes quieran defender, a capa y espada, la tesis contraria y

habrá, quienes consideraran, que me he vuelto loco, al afirmar, dos cosas que

son, contradictorias entre sí, pero antes, de encender las antorchas, permítanme,

otra pregunta, ¿iguales, desde que perspectiva?

Si hablamos desde una visión, social, cultural y humanitaria; si hablamos desde la

perspectiva, de lo que significa, ser humano y de los derechos, que todos tenemos

o que deberíamos, tener, por el simple hecho de estar vivos, entonces, no cabe de

otra, que aceptar, que todos, somos iguales, en condición de nuestra pertenencia

a esta, especie, bendita y maldita por toda su existencia, a lidiar consigo misma.

Hay además, otra forma, en la que se nos puede considerar iguales, ¿no soñamos

todos?, ¿no hablamos?, ¿no reímos?, ¿no lloramos?, ¿no somos desde las más

tiernas edades capaces, de hacer las más grandes preguntas?, ¿no estamos

todos en la capacidad, de imaginar?, exhorto, al lector, a plantearse estas

interrogantes y entonces, podrá, ver lo iguales, que somos en realidad.

Soy un firme creyente, de que si las condiciones propicias para ello se dieran cada

ser humano sobre la faz de la tierra, podría cambiar al mundo, para bien o para

mal, ¿Cuántos no lo han hecho ya?, individuos, cuyos nombres, resuenan a través

de los siglos, sea en la gloria, o en la infamia, y sin quitarles, mérito a susodichos

personajes, ¿eran diferentes en su condición humana?, o, ¿acaso sus condiciones

sociales, culturales, históricas y materiales, fueron las propicias?

Y eso, es precisamente, en lo que diferimos, y por mucho, ¿podemos comparar en

sus condiciones materiales, al dueño de una mina y a sus obreros?, sin caer en el

racismo y/o la xenofobia, ¿podemos comparar en sus condiciones culturales, a un

ciudadano europeo, a uno asiático, a uno africano, etc.?, ¿podemos siquiera hacer

tal comparación dentro de un mismo continente, de un país, de una ciudad, de un

barrio?, ¿tendría siquiera sentido hacer tal comparación?

Somos, en gran medida, lo que nuestro medio, nuestra historia, nuestra educación

y hasta nuestra ubicación geográfica, hicieron de nosotros, oh ya metidos en el las


comparaciones, tal como en una de sus obras, un genial escritor Colombiano,

compara, al libertador, con lo que muchos denominarían, una persona común y

corriente, “Simón nació, para vencer y venció… Simeón nació, para deber y debió”

(Álvaro Salom Becerra)

En muchos casos, ¿no gobierna, acaso el rico, el mundo, en el que debe vivir, el

mendigo?, o en muchos casos, ¿no detenta un linaje el poder que millones de sus

conciudadanos, nunca se han acercado a tocar y que incontables antepasados

suyos, jamás han logrado poseer?

Esto, por supuesto, no quiere decir que no estemos, en la capacidad, de cambiar,

nuestras condiciones, incontables individuos, lo han hecho a lo largo de la historia,

sea para cambiar al mundo, o para simplemente, hacer sus vidas, más cómodas,

lo que en mi opinión, requiere del mismo valor y sin embargo…Sin embargo, ¿no

es más difícil pensar con hambre?

Cuando, ni siquiera se tienen cubiertas, las necesidades, más, básicas como lo

son, agua, comida y un refugio, cuando la enfermedad o la violencia, o ambas a la

vez, asechan, como depredadores voraces, cuando, las condiciones, materiales,

son en el mejor, de los casos, precarias y en el peor inexistentes, es más fácil

pensar, en sobrevivir, que pensar en prosperar

“Es precisamente en los momentos, en los que se tendría la necesidad de ligarlos

a las realidades dolorosas de la vida cuando los hilos del pensamiento, se rompen

en el cerebro” (Víctor Hugo)

¿Cuántos Simones, no habrá por ahí, que a causa de sus condiciones, materiales

o sociales, nunca llegaron a nada más que ser Simeones?, ¿Cuántos grandes

inventos, obras, planteamientos filosóficos, o económicos, etc. No se habrán

perdido, para siempre?, aquellas, cosas que nos hacen diferentes, creo, son una

de las más grandes traiciones, que la especie humana, ha cometido, para consigo

misma.


Referencias Bibliográficas


 Hugo, V. (1862). Los miserables.[Titulo original en Francés: Les Misérables]

París: Éditions A. Lacroix, Verboeckhoven et Cie.

 Salom Becerra, Á. (2013). Don Simeón Torrente ha dejado de deber...

Barcelona: Editorial Anagrama.

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