La necesidad humana de la religión
Jose Manuel Ordoñez Claros
«In Nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen». Un mantra para la humanidad. Una frase que para gran cantidad de personas no es solo una frase, sino que representa más que eso: una ideología de vida. Ni tú, ni yo sabemos hablar o escribir en latín y aunque es cierto que el español es una lengua latina, o sea, proveniente del latín, no significa que entendamos del todo la lengua debido a las diferencias existentes entre unas y otras.
El catolicismo es la religión con más creyentes a lo largo del globo y a lo largo de la historia siempre se ha mantenido en esa posición, se llega hasta tal punto, como una ejemplificación del poder que posee, que existe una época en la historia que dimensiona el control sobre la población: el oscurantismo o la edad media. En la edad media el primero en poseer el poder era el rey, que era el elegido de Dios en la tierra, y el segundo era la iglesia.
En esa época el control de la iglesia con base en la fe fue abrumador. De hecho, se mantuvo hasta bastantes siglos después, profesar una religión diferente a la católica antes del siglo XIX-XX significa terminar en la hoguera. Y hasta ese punto se llegó, a tal deshumanización del ser humano, quemar vivas personas, sobre todo mujeres, en hogueras para “erradicar los demonios que allí habitaban”.
Si el ser humano, en términos generales, tiene problemas de algún tipo, estos son de identidad. Siempre se ha intentado buscar y dar explicaciones a fenómenos humanos y no humanos que terminan siendo de vital importancia para nuestra vida, relacionadas con la muerte y con el más allá y para esta clase de cuestiones la religión es una pieza, no digámoslo fundamental, que podría llegar a serlo, podría darse la pregunta de sí ¿es posible vivir sin tener fe en algo?, pero, en cambio, denominémoslo pieza universal.
Si existe alguna pregunta que la capacidad humana actual no puede responder, al más puro estilo del “un hechicero lo hizo” se puede calcar el discurso, ya no católico, de cualquier religión para calmar esas penas. El humano es un ser que vive, mata y muere por el conocimiento y no es difícil demostrar esto, el hambre del saber es, probablemente, el problema más peligroso con el que se puede tomar la humanidad.
Hace unos siglos eran muy pocas las personas que tenían acceso a los conocimientos, hoy considerados básicos, de lectura y escritura, porque era la riqueza más importante, día a día, los cerebros humanos evolucionan en su capacidad de conocimiento, hemos llegado al punto de crear máquinas que guardan el conocimiento, y no unas rudimentarias como podría considerarse a los libros, sino unas completamente automatizadas capaces de hacer en segundos tareas que sin ellas se tardarían días, meses e incluso años.
En una de sus clases, el profesor Peña citó el ejemplo de un software de ajedrez, que en menos de 4 horas de jugar contra sí mismo adquirió un nivel capaz de enfrentar y derrotar al campeón mundial. Según él, las portadas de los periódicos hablaban sobre la “derrota de la humanidad”, pero no existe ninguna derrota, es una victoria para el conocimiento humano, porque se pudo demostrar que la humanidad fue capaz de crear una máquina con capacidad de vencer a la misma humanidad.
Hay una frase muy famosa de Albert Einstein: “Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana”, me quedo con la primera parte de esa frase, si el universo es infinito, la capacidad de conocimiento del ser humano también lo es.
Un pueblo, un país, un planeta, todo esto es finito y, todo terminará dentro de las fauces de esa bestia que consume conocimiento, pero cuando acabemos con el planeta tierra y no haya más que podamos conocer, iremos a otro y lo acabaremos y así sucesivamente, pero nunca llegaremos a llenar nuestra meta de vida como especie, porque si el universo es infinito y, por ende, el conocimiento también, se necesitaría una vida infinita para alcanzar esa meta.
Allí entra la religión, según ese vago análisis realizado anteriormente, la meta de vida de la humanidad como especie es un sinsentido y un desperdicio porque no se puede cumplir, entonces se necesita de un dogma, de una creencia que haga palpables esos anhelos humanos, para no caer en la desgracia ni perder el rumbo.
En conclusión, la religión es una ayuda, hecha para proporcionar una salida a aquellos que no quieren o pueden comprender la complejidad de la existencialidad del ser. Y para bien o para mal es algo necesario. Hace años como se solucionaban los problemas mentales, Dios te dice que no estés triste, hoy en día, la juventud más conocedora es también la que más ansiedad y depresión posee y esto está relacionado, si está bien o mal, cada quien puede dejar su veredicto, pero que quede claro que la humanidad necesita creer.
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